viernes, 14 de diciembre de 2007

Hablemos de tramites burocraticos

Debido a que perdí el duplicado de mi DNI y el viejo que solía usar (ilegal) pasó dos (o más) veces por el lavarropas quedando completamente inutilizado, decidí cobrarme los minutos que me hacen quedar después de horario e ir ayer por la mañana a iniciar el trámite del triplicado (que tarda entre 60 y 90 días en ser entregado) ya que no quiero usar ni un día de mis vacaciones en hacer trámites. Pues bien, hay una palabra que resume todo lo que ví: Gente. Gente, mucha gente.Gente que (no) hacía la cola. Personas que aparecían de todos lados y eran atendidas antes que los estúpidos que hacíamos la fila (de unos cuantos metros de largo). Probablemente sean los que pagan las coimas.Gente peculiar. Había dos tipos de personas: las que eran un poco raras y, por otra parte, las que eran mucho más raras (entre ellas, un muchacho teñido que había reemplazado unos de sus aros auriculares por un alfiler de gancho). Antiguamente, si aparecía alguno así llamaba la atención, pero ahora llamamos la atención los que nos vestimos y nos comportamos tradicionalmente (me estoy poniendo viejo, lo sé, pero... ¿los zapatitos de charol ya pasaron de moda?)Gente que acompañaba gente. Muchas, muchas, pero muchas personas acompañando a quienes hacían los trámites (y que, además, pasaban con ellos a los escritorios cuando era su turno). Parece que la gente si vá sola se pierde y necesita hacerle perder el día laborar a algún conocido.Gente que se peleaba con gente: "¡Eh señora, yo estaba primero!", entre otras cosas. Se peleaban entre ellos y con los solícitos empleados municipales que atendían, quienes nos mandaban de adelante para atrás y de atrás para adelante, ya que, aparentemente y gracias a la excelente diagramación del espacio, molestábamos en todas partes.Gente que busca gente. Ah no, ese era un programa.La completa desorganización me hace pensar que las geniales CGPs y comunas (¡que palabra zurdita!) que tanto alaba el GCBA (digamos, el pelado Telerman) no sirven para nada. Es un llamado de atención para recordarme, tan cerca de las elecciones municipales: Yo no te voto.